Siempre he tenido dudas a la hora de elegir la mejor cinta de Ciencia Ficción de todos los tiempos. Tarea, tal vez, inútil pues ni he visto todas las cintas de C. F. ni es necesario. Tampoco me dejo llevar por las listas que de vez en cuando se publican en diversos medios y que atienden a consideraciones más o menos particulares, cuando no, de plano egoístas. En todo caso, como se trata de una elección personal siempre tengo seis cintas en mente:
Viaje a la Luna de George Méliès (1902)
Metrópolis de Fritz Lang (1927)
Lo que Vendrá de Cameron Menzies (1936)
2001, Odisea del Espacio de Kubrick (1968)
Solaris de Andréi Tarkovsky (1972)
Blade Runner de Ridley Scott (1982)
El primero es un dulce cortometraje en el cuál el pionero Méliès inventa (y a través de otros cortos) lo que hoy denominamos efectos especiales en función de la trama. Y las otras cintas, como Metrópolis o Lo que Vendrá (con guión y supervisión nada menos que de H. G. Wells) son, en realidad, épicas futuras, gigantescas, que aportaron al cine más de lo que por lo general se admite. De Solaris... bueno, es la única obra de arte del género. 2001 es, como dijera antes que yo algún crítico, una especie de prodigio similar al Acorazado Potemkin de Eisenstein y Blade Runner... ¿qué decir de este violento poema todo refulgencias heavy metaleras con varios toques del género negro?
Pero, a pesar de mis alabanzas me quedo siempre poniendo sólo dos encabezando la lista: Metrópolis y Blade Runner. Y, a la hora de elegir cuál es mejor es cuando topo con pared. Entonces aparece el respeto por los viejos clásicos y recuerdo que Blade Runner debe mucho, sobre todo en su imaginería visual de edificios extraordinarios (el diseño de producción), a Metrópolis y agacho la cabeza en una reverencia. Esta fábula maravillosa, en palabras de Ilán Stavans, sería la única cinta de la historia del cine, digna de ser rescatada en caso de escapar a una isla. Luego recuerdo que, junto a Los Olvidados (Luis Buñuel, 1950), es una película que forma parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad según la UNESCO y no me queda más que aceptar por una vez tal elección (de ambas cintas). No es para menos: el conflicto entre las generaciones, entre la ciencia y la religión, entre pobres y ricos, el deslumbramiento por la teconología y la caída del hombre, todo está ahí, mezclado con buen gótico y expresionismo alemán (¿un robot perfecto, del cual Goerge Lucas copió su C3PO, quemado en una hoguera?, ¡Sí, extraordinario, único!) para entregarnos una historia tan válida hoy como en el momento de su desastroso estreno...
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