El jueves 24 y el viernes siguiente pasados estuve en dos eventos a los que fui invitado de manera misteriosa. A principios de esa semana recibo una llamada al móvil de una persona que se presentó muy formalmente, pidiéndome que asistiera como jurado en un evento sobre Jornadas Juveniles entre las que se programaban eventos literarios. A garndes rasgos me hizo saber que "había sido recomendado dada mi trayectoria cultural en la ciudad" por diversas personas. Ellos le habían facilitado el número de teléfono. Resultó ser el director del plantel en el cual se llevarían esas jornadas. Llegó a mi casa con la invitación oficial, la manera de llegar (era en otra ciudad) y cómo cargar gasolina a nombre del plantel y un mapa. El día anterior no tenía manera de asistir, aunque tengo auto (a mi nombre, claro, un Micra de Nissan que me encantó desde que le vi, y que mis hermanos han modificado e inscrito en el Club de autos modificados de la ciudad, frivolidad aparte) no sé manejar y no iba poner a conducir a mi padre que tiene 88 años, aunque sepa manejar aún... el caso es que me dio una lista de personas que quizá conocía, quizá no, y que eran de Tuxpan y que también asistirían (al parecer Álamo, esa ciudad de los eventos, se llenó de tuxpeños invitados) y me contactó con un amigo profesor desde hace muchos años.
Al día siguiente, después de quedar en un lugar dónde pasaría por mí, me fui en su auto con la hija de un amigo poeta que sería jurado de pintura y un joven actor, Roberto Malacara que ya ha tenido algo que ver con Televisa, al parecer.
Llegamos a la ciudad, me dejaron a una cuadra del palntel ya que ellos seguían al centro de la ciudad, teníamos el tiempo encima. Llegué a la escuela. Me conduejron al aula. El resto del jurado (dos mujeres, una poeta amiga mía y una profesora próxima a conocer) no llegaba. Al poco rato llegaron y dio inicio el evento. Muchos niños en tres categorías: poesía, cuento y ensayo. Me puse a la tarea de calificar (mediante instrucciones en hojas de papel), cada uno de los chicos, a pesar que no me siento apto para calificar poemas... puedo saber lo que es, crfeo, uno de estos atisbos de melodías hechos palabra. Fue cansado, intenso. Al final, en ensayo, me ganó el corazón una niña indígena a pesar que no quería hacerlo y, en común, acordamos darle el segundo lugar. Poco talento, mucha paja. Una niña leyó un cuento bueno pero confundió el leer con el declamar (aparte, lo que me provocó sonrisas, leía unos segundos y se dedicaba a mirarme de "lado"). Otra con un cuento bien escrito de pésimo gusto (tintes religosos mojigatos), resultó, en cambio, excelente lectora. La propuse para cuenta-cuentos.
AL día siguiente (otra vez a las seis de la madrugada) me levanté mareado (insomne seré pero esto de acumular desvelos y desmañanadas...) y, en pleno baño (sí, metí ahí el móvil), me llamó una voz desconocida diciéndome que era el profesor que pasaría por mí... ¡en media hora! Así que tuve que acelerar los preparativos (y agilizar la mente con varias tazas de café).
Lluvia por la carretera. Un camino perdido entre los "kilómetros" (que es como llaman aquí a las comunidades surgidas al borde de la carretera). Al llegar hicieron el ritual supersticioso de clavar un machete en un círculo dibujado en la tierra para que la lluvia escampara (de cuyos mecanismos ya me ocupé en un ensayo que tengo por ahí). Curiosamente, la lluvia cesó. Me sentaron en el sitial de honor tras enseñarme la biblioteca (que me agradó, aunque los libros gratuitos que envía el gobierno no llegan todos y tienen que fotocopiar). Fue divertido pues los niños (esta vez de unos trece años), contaban cuentos (algunos de su invención), con mojigangas, como los "cabezones" catalanes para ilustrar la historia y unos telones pintados. Una niña que parecía fuera de lugar (de aspecto escandinavo) fue perfecta en el acto de contar un cuento infantil (así como la más educada a la hora de saludarme). El chico moderador es un pequeño genio del micrófono. Espero que los maestros y padres se den cuenta que es idóneo para la radio o para conducir programas de T. V. pues, ante todo, él ya se dio cuenta de eso.
Algo me dejaron estos eventos: una vana esperanza en los profesores y los lectores-escritores niños. Si seguimos así, por lo menos algún libro leerán esos chicos. Pero no soy optimista... Los programas culturales van y vienen para servir a los intereses de turno... aunque los que escribirán lo harán siempre, tal vez, el medio (sobre todo en esas comunidades como Álamo, ciudad de migrantes a los EE. UU.) aplasta y destruye...